El ocaso de la mañana
¿Volverá ese resplandor y atizará la lumbre del ojo
sin alterar la llama del fuego doméstico?
¿Volverá la tetera humeante
con el ulular del vapor
en busca de un azul
con aroma espacial?
Pesarosa mañana
inclinada sobre mi cabeza
cabeza inclinada
en el silencio de los astros
¿Es acaso el tiempo de volver
a la brújula prendida en el aire
a los pozos del evangelio?
Yo sé que las piedras
conocen tu nombre
y yo tartamudo
ni siquiera
soy piedra
soy carne sin oído
cuerpo sin sentido
aún con toda mi piel
no podría palpar
tu materia
vacía de toda nada
En el ocaso de la mañana
te busco bajo un cielo áspero
donde la modernidad
y su antigua fantasía navega sin oxigeno
sin el color del mar. |